1) El grupo encarna, para quien pertenece a él, el lugar imaginario del Otro, y requiere de un sujeto (líder, jefe, maestro, etc) que sea su representante – representante del Otro, que no existe- para sostener su consistencia. Las “necesidades del grupo” demandan que cada integrante sea una pieza del todo (unidad del grupo). Es lo que determina una permanente tensión entre las “necesidades del grupo” y “las necesidades del sujeto”. Freud captó claramente esta dialéctica y subrayó que las “renuncias” del sujeto a su singularidad para asegurar y fortalecer la consistencia imaginaria de la unidad, engendra por otra parte, empobrecimiento (masificación) y malestar en el sujeto.
Norberto Rabinovich Blog