En el año 1920 irrumpió en el escenario teórico freudiano una conmovedora novedad: la Pulsión de Muerte. Novedad, solamente desde el punto de vista de su explicitación conceptual, puesto que -como Freud mismo lo confesó- durante los años anteriores no le faltaron evidencias de su incidencia clínica. Por lo demás, y tal como lo demostró Lacan, el fundamento lógico de la mortífera pulsión ya había sido ampliamente articulado en su doctrina, aunque Freud se comportó «como si no hubiera querido saber nada de eso». Algunos años mas tarde escribió que le resultaba incomprensible.
Norberto Rabinovich Blog