- Publicación original: Revista Imago Agenda Nº 143. CABA
Es interesante ver cómo Freud, en sus términos, pretende dar cuenta la función de lo real en el inconsciente. Lo hizo particularmente en la construcción de una hipótesis a la que ninguno de sus discípulos cercanos dio importancia: señaló que en el corazón del inconsciente se encuentra la huella de la primera satisfacción “alucinatoria” del deseo. No dijo que era huella de una percepción sino inscripción mnémica de una alucinación. El sujeto sólo quiere volver a encontrase con eso, rememorar alucinatoriamente esa primera experiencia de goce. Por más opacas que resulten estas formulaciones de Freud, no puede ignorarse que intuyó una conexión íntima entre lo que sucede en el ámbito del inconsciente y el fenómeno alucinatorio. Ya mencioné esta relación. Intentaré ahora interrogar la estructura de la alucinación psicótica. Me serviré para ello del relato de un pasaje del tratamiento de un hombre que me brindó la oportunidad de observar en caliente una de sus primeras experiencias alucinatorias tenidas en edad adulta y durante el tratamiento. Incluso, debería agregar, a causa del tratamiento.
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